jueves, 10 de noviembre de 2011

Poeta para las estrellas.


El se recostó sobre sus piernas y le pregunto si podía recitarle un poema, ella no cerro los ojos, y el recito las mas hermosas palabras refugiado por la obscu­ridad en pleno día, no sintió que ella se acelerara y le pregunto si había enten­dido su poema, ella solo dijo no, y soltó una de esas risas ingenuas, después solo hubo demasiado silencio, de hecho no fue mucho, su tristeza lo alargo, tanto tiempo como para secar el agua de la tierra, el solo vio al cielo y se alegro diciendo - ¡Hola soledad! - ella volvió a reír y le contesto de uno forma un tanto linda y burlona - Yo no me llamo soledad- el poeta se levanto, no miro al cielo, miro al horizonte este ya era un desierto con un sol enorme sobre su cabeza, comenzó a caminar hacia el sol, hacia la estrella mas cercana, esperando que esta lo entendiera.